7575
Francisco Javier Zamora Saborit, Guillermo Sanahuja Peris,
Sandra Arias Montesinos
y, fundamentalmente, modos de consumo del
entretenimiento por parte de los fans.
En este contexto, irrumpe la red social TikTok
como último caso de éxito de una aplicación
interactiva y relacional en la web social (Fernan-
dez-Peña et al., 2014). Se convirtió en una red
complementaria a las ya consolidadas como Fa-
cebook, Twitter, Youtube o Instagram; además,
presentaba la singularidad de haber sido crea-
da fuera de Silicon Valley. La compañía china
ByteDance lanzó en 2016 una aplicación móvil
de clips musicales cortos y contenidos triviales
llamada Douyin. En 2017, tras popularizarse en
Asia, saltó a otros continentes, fusionándose
con Musica.ly.
Desde su debut internacional, el crecimiento
de TikTok ha sido exponencial. ByteDance reve-
laba que en julio de 2020 ya contaba con más
de 689 millones de usuarios activos en todo el
mundo (Sherman, 2020; Curry, 2022). Esta ci-
fra se incrementó a 1 billón, en septiembre de
2021 (Bursztynsky, 2021; Curry, 2022; TikTok,
2021). Los últimos datos públicos arman que
TikTok cuenta, en abril de 2023, con 1.092 mi-
llones de usuarios de 18 o más años (Datare-
portal, 2023). Este matiz es importante, ya que
TikTok permite el registro a usuarios a partir de
los 13 años.
No obstante, un dato que constata la pene-
tración de TikTok es el porcentaje de usuarios
activos, entendiendo como tal a aquellos que
acceden a la plataforma de forma diaria. Se-
gún SensorTower (2023), TikTok cuenta con un
29% de usuarios activos; esto la posiciona en
segundo lugar, detrás de Instagram, que tiene
un 39% de usuarios activos durante el segundo
trimestre de 2022. Sin embargo, los usuarios
pasaron más tiempo en la aplicación de Byte-
Dance que en la de Mark Zuckerberg: 95 minu-
tos frente a los 51 de Instagram.
1. INTRODUCCIÓN Y
ESTADO DE LA CUESTIÓN
1.1. INTRODUCCIÓN
Desde nales del siglo XX, hemos asistido a la
transformación de las grandes organizaciones
deportivas mundiales, que se han convertido
en auténticas compañías multinacionales del
ocio (Andrews y Jackson, 2004). La irrupción de
la tecnología digital y de la web 1.0 desencade-
nó la reconsideración de la función comunica-
tiva de los clubes deportivos. Así, se pasaba de
relaciones informativas, como la promoción de
su actividad y el soporte a la demanda de ac-
tualidad, a una primera versión de entidades
productoras de contenidos.
El siguiente salto evolutivo llegó con la expan-
sión de las redes sociales durante la primera
década de este siglo. Con Facebook y Twitter
a la cabeza, la apertura de nuevos canales de-
paró transformaciones en todo el proceso co-
municativo: la tipología del mensaje, la multipli-
cidad de los públicos, la evolución del tono y la
obligatoria bireccionacidad, entendida como la
conversación entre fan y club. Además, la ge-
neración de contenidos trascendía del sistema
clásico de medios propios a un ecosistema digi-
tal transmedia en el seno de cada organización
deportiva (Kuzma et al., 2014).
En el caso de los grandes clubes del fútbol
europeo, este ecosistema transmedia, que in-
corporaba métricas instantáneas y públicas su-
ponía un nuevo terreno de juego donde com-
petir por una audiencia cuyo límite se jaba en
la última aldea con conexión a la red. Así, los
grandes clubes big ve ampliaron las plantillas
de sus áreas de comunicación digital (Sana-
huja, 2012) para ofrecer el mejor contenido.
Estaban sujetos a un efervescente panorama
de nuevas herramientas (Borges, 2019), apps